divendres, 30 de març del 2012

El refugio antiaéreo de la plaza Tetuán


El refugio 41 – Plaza de Hermenegildo Giner de los Ríos (Plaza Tetuán)
Pocos días después del bombardeo naval del 13 de febrero de 1937, –el primero que ocasiono muertos y desperfectos en el centro de Barcelona– el Ayuntamiento de Barcelona proyecto la construcción de diferentes refugios antiaéreos en la ciudad, para proteger a los barceloneses en aquellos momentos trágicos y que al finalizar la guerra pudieran utilizarse para otras funciones.
Unos de estos refugios fueron los Refugios generales en la vía pública, unas construcciones pensadas para acoger un gran número de ciudadanos –entre dos o tres personas por metro cuadrado– definidos como colectivos e independientes, construidos generalmente debajo de espacios suficientemente amplios, que terminado el conflicto pudieran acoger a diferentes servicios de carácter ciudadano, cómo podían ser, baños, duchas, salas de descanso y lectura, estafetas, tiendas, estacionamiento de vehículos, etc.
Unos refugios construidos en hormigón armado con un entrelazado de barras de hierro y preparados para soportar el impacto, penetración y explosión, de las bombas de 100 kilos, consideradas en aquel momento como el peso máximo que se utilizaba para atacar a la población civil.
De este modelo de refugios se proyectaron once, uno de los cuales fue el construido en el subsuelo de la plaza de San Hermenegildo Giner de los Ríos, –la actual plaza de Tetuán– de 870 cuadrados metros y un presupuesto de 538.983,80 pesetas.
Inicialmente este refugio había sido proyectado en cuatro secciones iguales e independientes, con el criterio de no concentrar un gran número de personas dentro de un mismo refugio y con una capacidad total de 2.548 personas.
Cada una de estas secciones, construidas a poca profundidad para facilitar después su reutilización, estaba formada por una galería principal, con una escalera en ambos extremos y nueve galerías más perpendiculares a la primera, de 3,60 metros de anchura cada una y una altura debajo la llave de la bóveda de 3.00 metros. Mientras que los muros fueron construidos de hormigón, el techo de 0.75 metros también era de hormigón y estaba cubierto con ladrillos planos. Cada una de estas unidades estaba equipada con sus correspondientes aseos, mientras que los bancos de madera estaban sujetos a las paredes del refugio.
De las cuatro secciones inicialmente proyectadas, solo se presupuestaron dos y finalmente sólo se ejecutó una, con un presupuesto de 240.617,77 pesetas al que había de sumarse el 12% en concepto de imprevistos.
La construcción de este refugio, del que hay un proyecto de fecha 29 de marzo de 1937 y con una memoria y un presupuesto del 17 de abril de 1937, implicó la destrucción de gran parte de los jardines que había en la plaza y que según la memoria del proyecto –esto no debía ser un obstáculo, porque las necesidades de la guerra habían de estar por delante de todo...–
A pesar de la voluntad del Ayuntamiento de Barcelona de abrir estos refugios a los barceloneses lo antes posible, a causa de los problemas de la guerra y de la falta de cemento, retrasó la entrada de funcionamiento prácticamente hasta el final de la guerra.
Una de las anécdotas más impactantes que se vivió durante su construcción, fue en el mes de septiembre de 1937, cuando se encontró la primera piedra del monumento proyectado en recuerdo de los "Voluntarios de África" en 1910 y que se había de instalar en la plaza.
Dentro de la botella que se encontró en la primera piedra, había un ejemplar de cada uno de los periódicos que se publicaban en aquella fecha y distintas monedas de plata y cobre, así como el acta de la ceremonia y tres tarjetas que podrían ser de las personas que presidieron el acto.
En la actualidad el refugio que se encuentra en muy buen estado, está cerrado y sólo se puede acceder a través de un pozo técnico. Durante la construcción de la línea 2 del metro, estas galerías fueron convertidas en vestuarios de los trabajadores. Por sus características, tipología y la facilidad con que se puede recuperar, solo pedir a quien corresponda que lo pongan al servició de todos los ciudadanos para dar a conocer el trabajo hecho por el Ayuntamiento de Barcelona en la construcción de los refugios antiaéreos.
 Fotos y texto Josep Maria Contel