Con la inauguración de los restos de la batería antiaérea del turó de la Rovira, Barcelona, hecha por el Ayuntamiento de Barcelona, para dar valor a este espació, se recupera una parte muy importante de su arqueología militar y de la Guerra Civil Española.
Durante el mes de mayo de 1937, la Comandancia General de Ingenieros del Ejército del Este, siguiendo instrucciones de su Cuartel General, elaboro un proyecto para la instalación de una batería antiaérea en el turó de la Rovira.
El proyecto inicial entre otros aspectos había previsto la construcción de tres plataformas para instalar tres cañones antiaéreos y unos 100 metros de camino de carretero hasta la cima para poder subir las piezas, los materiales, les municiones, etc.
Construidas estas plataformas, a finales del mes de octubre de 1937, la Comandancia General de Ingenieros, valoro un nuevo proyecto para una batería antiaérea de 4 cañones Vickers de 105 mm. Este nuevo planteamiento olvidaba les plataformas ya construidas y planificaba cuatro de nuevas de más diámetro y más resistentes para soportar el peso de los nuevos cañones asignados.
Mientras Barcelona continuaba siendo bombardeada y los Barceloneses de los diferentes barrios construían los refugios antiaéreos, la construcción de la batería seguía adelante hasta que el 3 de marzo de 1938, se hicieron las primeras pruebas con fuego real, para entrar inmediatamente en servicio. Esta posición artillera estuvo en pleno rendimiento hasta el 25 de enero de 1939 cuando por orden de la superioridad se inutilizaron dos de sus cuatro cañones, a la mañana siguiente, del 26 de enero y ante la inminente entrada del ejército franquista en Barcelona, como se abandonaron los dos cañones que aun estaban operativos, las autoridades republicanas se vieron obligadas a destruirlos con explosivos.
Entrados en la posguerra como las nuevas autoridades militares no estaban interesadas por conservar está posición antiaérea, los cañones fueron retirados como chatarra y este lugar quedo abandonado.
Un tiempo después en pleno aluvión migratorio y ante la falta de viviendas, los recién llegados aprovecharon todos los rincones que ofrecía la montaña, entre ellos las instalaciones militares, para construir viviendas de autoconstrucción y así toda la cima de la montaña se lleno de barracas, hasta el año 1984, cuando se les facilitaron pisos a las diferentes familias que vivían en el barrio de “Los Cañones”.
Con la marcha de los vecinos de la cima de la montaña, quedó abandonada y llena de cascotes provenientes del derribo de las diferentes barracas. Con el paso de los años este espacio se fue degradando, crecieron las malas hierbas, la gente dejo toda clase de basuras, incluso unas cuantas motos, bien chasis de motos, que los miembros de la Asociación de Vecinos de Can Baró bajaron a la plaza de la Font Castellana.
Hasta que surgió la noticia, que la Asociación de Vecinos de Can Baró, conjuntamente con la Fundación Escolta Josep Carol, habían puesto en marcha un proyecto para la recuperación del espació de los antiguos antiaéreos. Una empresa que rápidamente contó con la colaboración del Distrito de Horta - Guinardó, el Agrupament Escolta Can Baró, el Agrupament Escolta Ferran Tallada, la empresa arqueológica Atics S. L., el Taller d’Història de Gràcia, el Museo d’Història de la Ciutat , la Agencia de Promoción del Carmel, la Generalitat de Catalunya y la Caja de Ahorros del Mediterráneo.
En el mes de agosto de aquel mismo año, llegaron a la escuela Pirineus un grupo importante de jóvenes de diecisiete países, que comenzaron a hacer trabajos de limpieza y de recuperación del espacio. Esta operación se volvió a repetir los años 2007 y 2008 con diferentes campos de trabajo cada año.
Finalmente, el Distrito de Horta – Guinardó, la Agencia de Promoción del Carmel y entornos y el Museo de Historia de Barcelona, pusieron en marcha el proyecto de recuperación integral de este espació, que se ha abierto hoy 27 de marzo de 2011. Una primera fase en la que se ha recuperado i limpiado las plataformas de los cañones, los espacios de almacenar los proyectiles, el lugar de mando, los departamentos de tropa, etc., también en la limpieza de la zona, al retirar-se los cascotes que había en el lugar, quedo al descubierto en una de las laderas los restos de dos de los edificios destinados a la tropa y en la otra ladera han quedado también a la vista diferentes terrazas que en su día fueron los interiores de diferentes casas que poblaron esta zona.
Esta intervención por su planteamiento, convierte la zona en un yacimiento arqueológico muy interesante, tan visual como corpóreo a pesar de que no se trata de un yacimiento romano o ibero, es un punto o una parte de nuestra historia más reciente como es la de la Guerra Civil Española y que servirá para valorar y dar a conocer a las nuevas generaciones este espació y las razones que lo motivaron.
Fotos y texto Josep Maria Contel
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