La colina de Sant Pere Màrtir, punto de encuentro de los municipios de Barcelona, Esplugues y Sant Just Desvern, ha sido siempre un magnífico mirador sobre el llano de Barcelona y del Baix Llobregat. Precisamente ha sido esta visión tan privilegiada la que lo configuró durante años como un lugar estratégico militar.
Durante la Guerra Civil, cerca de la cumbre se instaló una unidad de reflectores que tenía como objetivo descubrir la aviación enemiga durante las noches de bombardeo. También en este lugar, en la vertiente de Esplugues y a tocar la cumbre, se construyeron, probablemente a finales de 1937 o a comienzo de 1938, tres bases de hormigón por acoger tres cañones antiaéreos, a pesar de que esta construcción ha perdurado hasta nuestros días, una de las pregunta más frecuentes es, si estas bases llegaron a acoger los cañones.
Difícil respuesta. Según los papeles encontrados y los informes republicanos vistos no hay ninguno que hable de una batería antiaérea en la cumbre de Sant Pere Màrtir. En cambio, en el recuerdo de algunos vecinos, todavía está vivo el resonar de los cañones.
Una de las primeras citas sobre la existencia de cañones en la cumbre de Sant Pere Màrtir, la encontramos en un informe del Estado Mayor del Cuartel General del Generalísimo, de diciembre de 1936, el cual, basado en informaciones de la “quinta columna”, dice que hay cuatro cañones en la montaña de Sant Pere Màrtir. A pesar de esta afirmación, la información se poco fiable.
Meses después y según un informe de los bomberos de Barcelona, sobre un fuego forestal, del 23 de mayo de 1937, en Sant Pere Màrtir, se refieren al lugar como un espacio de la Brigada de Reflectores y no de artillería, mientras que en otro de franquista de julio de 1937, no hay ninguna referencia de cañones en este lugar.
Ahora bien, según un artículo publicado en la revista “El Pont d’Espluges” número 149, de septiembre de 2006:
En octubre de 1936 se instaló una primera batería, formada por cuatro cañones de 75 mm Schneider, a cargo de un centenar de artilleros, la mayoría provenientes del País Vasco. Esta batería se retiró a finales de 1936.
Unos meses más adelante -se calcula que entre enero y febrero de 1937- se construyeron unas bases de hormigón que tenían que servir para la instalación de baterías antiaéreas.
En cuanto al primer párrafo, la caída del País Vasco se produjo el mes de junio de 1937 y no en 1936, momento a partir del cual un grupo de soldados vascos siguieron la guerra en Cataluña, donde algunos de éstos fueron destinados a la montaña de Sant Pere Màrtir, en una unidad de artillería. De este hecho deja testimonio, en la revista "Pòrtula", José María Aguirre, a uno de estos jóvenes, que explica cómo eran estos cañones: “Nos dieron unos con más historia que Matusalem y nos destinaron a la colina de Sant Pere Màrtir ... Nuestros cañones eran supuestamente antiaéreos, aunque no hacían nada de puntería [...] Allí pasamos unos cuantos meses y después nos enviaron a Sant Feliu de Guíxols [...] Aquí nuestros cañones se transformaron y dejaron de ser antiaéreos para convertirse de Costa”.
En cuanto a la construcción de las tres bases de hormigón y siguiendo la cronología apuntada por “El Pont d’Espluges” y como mencionaba anteriormente podrían ser de finales de 1937 o inicios de 1938.
En otro informe franquista del 11 de junio de 1938, se ubican cañones en la falda de la montaña de Sant Pere Màrtir y en la cumbre de Sant Pere Màrtir. Estos datos coinciden con el despliegue de la Agrupación de Maniobra número 5 por diferentes puntos de Barcelona, poco antes de su reestructuración para la batalla del Ebro. Según Josep Anguera, vecino de toda la vida del barrio de Finestrelles, de este hecho comenta: “... un día subieron tres camiones con tres cañones antiaéreos, pero al cabo de unos días se fueron sin haberlos instalado...”
A la pregunta de sí hubieron cañones en la cumbre de Sant Pere Màrtir, Josep Anguera es tajante en su respuesta, “... allí no hubo nunca cañones instalados...”.
Siguiendo en esta línea tanto en el libro “Defensa Antiaérea Republicana, 1936-1939: Artillería y Refugios: Algo De Valor” de Antonio Vera, como en el último informe sobre la artillería antiaérea en Barcelona antes de la entrada de los franquistas en la ciudad, del comandante general de Artillería, Carlos Botet, no constan cañones en Sant Pere Màrtir.
Con respecto a la resonancia de los tiros de cañón que recuerdan algunos vecinos de los pueblos próximos, también podían ser de los meses en que la montaña estuvo protegida por los soldados vascos, que en prácticas o en alguna acción de guerra éstos abrieran fuego de cañón.
Después de muchos años de olvido institucional, estas tres bases de hormigón de la batería antiaérea de Sant Pere Màrtir, -aunque una de estas bases está prácticamente destruida-, fuereon recuperadas y convenientemente señalizadas. El domingo 28 de septiembre de 2008, se inauguró este espacio histórico, que está integrado dentro de la red de “Espais de Memòria” que está creando en Cataluña la Dirección General de la Memoria Democrática.
Fotos y texto Josep Maria Contel
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